Site icon Citas mujeres maduras

Empoderamiento femenino a través del amor propio

Empoderamiento femenino a través del amor propio

Empoderamiento femenino a través del amor propio

Amarse para poder amar: el primer paso hacia el empoderamiento

Durante años se nos ha enseñado que el amor propio es casi un lujo. Que primero hay que dar a los demás, demostrar que somos “dignas”, cuidar de la pareja, de los hijos, del trabajo… y ya después, si queda tiempo, pensar un poco en nosotras. ¿Te suena? Si has pasado los 40, apostaría a que sí. Y también sabrás que ese modelo se agota. Que llega un momento en el que el cuerpo, la mente –y sobre todo el alma– dicen: basta. Y entonces empieza otra historia.

Una historia distinta, en la que nos miramos al espejo sin juicio, empezamos a preguntarnos qué queremos de verdad, qué nos hace bien, y quiénes somos cuando no estamos complaciendo a nadie. Ese momento, queridas, es una revolución. Y se llama amor propio.

Qué es el amor propio (y qué no es)

El amor propio no es creerse perfecta. Tampoco es ponerse egoísta ni andar por la vida con actitud de “yo primero y que se las arreglen los demás”. Nada que ver.

Amarnos a nosotras mismas es reconocer nuestro valor, incluso con nuestras arrugas, nuestras historias pasadas, nuestros días de bajón y nuestros errores. Es permitirnos ser humanas, con luces y sombras, y aún así tratarnos con respeto. Es dejar de compararnos con otras mujeres, y escucharnos con honestidad y cariño. Es decir « sí » solo cuando queremos decir « sí », y atrevernos a decir “no” sin culpa.

Y aquí viene lo interesante: cuando nos tratamos con ese tipo de amor, todo cambia. Incluidas nuestras relaciones. Porque ya no necesitamos que otro nos “complete”, no buscamos desde la carencia, sino desde la plenitud. Nos vinculamos de igual a igual, no desde la necesidad. Y eso, amigas, es empoderamiento con mayúsculas.

Historias que inspiran: tres mujeres, tres formas de amarse

Quiero compartirte tres historias reales –con nombres cambiados, por respeto– de mujeres que conocí gracias a este blog o en talleres que he dado sobre relaciones en la madurez. Son mujeres como tú y como yo, que un día decidieron dejar de castigarse y empezar a quererse. Lo que vino después fue casi mágico.

El amor propio también se entrena: pequeñas prácticas cotidianas

Mucho se habla de quererse, pero ¿cómo se hace en la práctica? Porque no basta con repetir mantras frente al espejo –aunque tampoco están mal–. El amor propio se construye día a día con hábitos concretos. Aquí te dejo algunos que yo misma aplico o que han sido clave para muchas mujeres con las que he hablado:

El efecto dominó: cuando te amas, algo en el mundo cambia

Pocas cosas transforman más que ver a una mujer que se quiere a sí misma de forma sana. Esa seguridad calma, ese brillo auténtico que no necesita aprobación ni likes para sentirse viva. No es vanidad, no es orgullo. Es paz.

Y lo más hermoso: ese amor propio se contagia. Las hijas lo perciben. Las amigas lo agradecen. Las parejas lo respetan. El entorno cambia, porque tú cambias. Quizás no todo es perfecto, claro, pero tu lugar en el mundo se siente más firme, más enraizado. ¿Y sabes qué? Desde ahí es más fácil amar a otro. Ya no desde la carencia o el miedo, sino desde una mujer completa.

Si hoy te sientes lejos de ti…

…no pasa nada. Respira. Te aseguro que muchas hemos estado ahí. Y no se trata de transformarte de la noche a la mañana en esa versión ideal de ti misma que todos los gurús prometen. Se trata de abrir la puerta. De escucharte un rato cada día. De tratarnos como trataríamos a una amiga: con paciencia, con cariño, con respeto.

La próxima vez que te mires al espejo, no lo hagas buscando fallos. Mírate como quien descubriera a alguien que vale la pena conocer. Porque sí, a los 40, a los 50, a los 60… estás en la mejor edad para enamorarte. Y empezar por ti es el paso más valiente que puedes dar.

¿Te animas?

Quitter la version mobile