Descubriendo el placer en la madurez: mitos y verdades
Descubriendo el placer en la madurez: mitos y verdades

Descubriendo el placer en la madurez: mitos y verdades

Romper el silencio: el placer existe (y se disfruta) después de los 40

Si hay algo que he aprendido con los años —y también con las historias que me comparten tantas mujeres en esta comunidad—, es que el placer no tiene fecha de caducidad. Ni el deseo, ni la capacidad de sentir, ni mucho menos el derecho a disfrutar de una vida sexual rica y satisfactoria. Sin embargo, todavía convivimos con mitos que nos quieren convencer de que, pasada cierta edad, « eso ya no es para una ». ¡Pues no, cariño! Vamos a desmontar algunas creencias rancias y hablar de verdades que liberan.

Mitos que ya huelen a naftalina

Algunas ideas siguen circulando como si fueran dogmas, y lo más grave de todo es que muchas veces somos nosotras mismas quienes las repetimos, casi sin darnos cuenta. Aquí van algunos de esos mitos que conviene poner bajo la lupa.

  • “A cierta edad, ya no hay deseo sexual.” ¿Perdón? ¿Y quién dijo eso? El deseo no desaparece, se transforma. Puede volverse más pausado o más selectivo, pero muchas mujeres descubren que su deseo aflora con más fuerza que nunca una vez que dejan atrás ciertas presiones sociales o inseguridades de la juventud.
  • “El cuerpo ya no responde igual.” Claro, el cuerpo cambia, como cambia también la manera de vivir el placer. Pero eso no significa que “no funcione”. Significa que hay que conocerse mejor, explorar nuevas formas, adaptarse. No somos las mismas de los 20, ¡pero también tenemos otras cartas bajo la manga!
  • “Ya no tiene sentido empezar algo sexual a los 50, 60…” Esta es mi favorita (nótese el sarcasmo). ¿Cómo que no tiene sentido? Muchas mujeres descubren su sexualidad más plenamente después de los 50. Es entonces cuando se liberan de mandatos, de roles impuestos, de expectativas absurdas. Y muchas veces, también, de parejas insatisfactorias. El placer puede renacer, incluso con más ímpetu.

Verdades que empoderan

Ahora que ya pusimos sobre la mesa los mitos, vamos con las verdades. Y no son verdades absolutas, claro, porque cada mujer es un mundo. Pero sí son realidades que emergen una y otra vez en los testimonios de mujeres maduras que se permiten redescubrirse.

  • El autodescubrimiento es una fuente inmensa de placer. Muchas mujeres, después de los 40, se atreven por fin a explorar su cuerpo de otra manera. Se permiten sentir, tomarse su tiempo y experimentar. La masturbación ya no es tabú, sino una forma de reconectar con una misma.
  • El sexo maduro suele ser menos impulsivo, pero más consciente. Ya no se trata de « cumplir » ni de complacer por obligación. Se trata de conectar desde otro lugar, de comunicarse mejor, de atreverse a pedir lo que una quiere. Y eso, créeme, cambia todo el panorama.
  • El deseo no tiene edad, pero sí escenarios nuevos. En la madurez, el placer también puede venir de un masaje compartido, un juego erótico fuera del dormitorio, una conversación íntima. El erotismo se expande, se integra en la vida cotidiana.

Una historia que me contaron (y que podría ser la tuya)

Hace unos meses, durante un encuentro con amigas, una de ellas —Mariela, 58 años, divorciada después de 25 años de matrimonio— compartió su último descubrimiento. Me dijo, con una sonrisa traviesa, que había comprado por primera vez un vibrador. “¿Y por qué no lo hice antes?”, se preguntaba entre risas. Me contó cómo, sin el estrés de complacer a nadie ni cumplir con ninguna expectativa, había vuelto a sentirse viva, deseada… por ella misma. No necesitó una pareja para reconectar con su placer. Necesitó libertad. Y valor. Mucho valor.

El rol de la pareja (o de las parejas)

Si estás en pareja, es fundamental hablar. Sí, hablar. Porque el cuerpo cambia, las ganas también, pero eso no significa apagarse. A veces, simplemente, hay necesidad de adaptar el ritmo, de probar cosas nuevas, de abrir el juego con complicidad. Y si no estás en pareja… ¡bendita sea la oportunidad de elegir con quién, cuándo y cómo!

En el mundo de las citas con mujeres maduras (como muchas de las lectoras de este blog), el erotismo toma nuevas formas. Ya no buscamos completar al otro, ni ser salvadas por nadie. Queremos experiencias reales, auténticas, y también placenteras. Porque una cita no tiene que terminar en sexo, pero si termina… ¡que sea del bueno!

Herramientas que ayudan

Hoy hay miles de recursos para explorar el placer a cualquier edad. Aquí te dejo algunos:

  • Juguetes sexuales: No son para “cuando no hay otra opción”. Son para divertirse, conocerse, ampliar fronteras. Hay opciones suaves, estimulantes, curiosas. No hace falta ser experta, solo atreverse.
  • Lubricantes: La sequedad vaginal puede ser una realidad con la edad, pero no es una barrera. Usar lubricante no es señal de debilidad, sino de inteligencia. El placer no debería doler, ¿verdad?
  • Terapias sexuales o talleres para mujeres: Cada vez hay más espacios seguros donde hablar del deseo sin vergüenza y compartir experiencias. Porque, aunque el placer es algo íntimo, compartirlo (hablarlo, no necesariamente practicarlo) también libera.

Una mirada sin culpa ni exigencias

No hace falta sentirse “como a los 20” ni reinventar el kamasutra. El placer en la madurez no necesita competir ni demostrar nada. No hay un “deber ser”. Hay, simplemente, una disponibilidad a escucharse, a soltar lo que ya no suma y a abrir la puerta a lo nuevo. Puede ser con otra persona, puede ser a solas. Puede empezar lento, puede sorprenderte de golpe. Pero siempre, siempre, merece vivirse sin culpa ni presión.

Y si un día no tienes ganas, también está bien. El deseo no es lineal, ni constante. No se mide por frecuencia ni por intensidad. Pero tampoco conviene olvidarse de él por completo. Porque el placer también es salud, también es conexión, y también es una forma profunda de autoestima.

Lo que nos queda por vivir

A veces me dicen: “Teresa, es que a cierta edad ya no se puede esperar mucho del sexo”. Y yo respondo lo mismo cada vez: depende de lo que estés dispuesta a buscar, a soltar y a permitirte. Porque lo que muchas veces falta no es capacidad, sino permiso. Permiso para sentir, para jugar, para decir que sí y también para decir que no.

Yo sé que no es fácil. Nadie nos enseñó a habitar nuestros cuerpos con deseo más allá de los 40. Pero por eso estamos acá. Para contarnos, para escucharnos, para reconocer que no estamos solas. Y que, en esta etapa de la vida, el placer no solo es posible… es necesario.

Así que, si hace tiempo que no te preguntas qué te da placer, este es un buen momento. Y si te lo preguntas seguido, pero aún no te atreves a buscarlo, que estas líneas te sirvan como empujón. Porque el deseo sigue ahí. Solo necesita que le abras la puerta… aunque sea un poquito.

Y tú, ¿cuándo fue la última vez que sentiste que tu cuerpo tenía la última palabra?